miércoles, 7 de mayo de 2014

Nos hemos mudado

Este blog fue una réplica desesperada y precipitada de otro, el original Lienzo de Babel, que perdió el dominio donde se alojaba y al que deseaba dar continuidad. Recuperado aquel, éste deja de tener razón, por lo que echa el cierre. En cualquier caso, los seguidores e interesados podrán acceder a su contenido en: www.lienzodebabel.blogspot.com.es/

Rogamos disculpen toda confusión y las molestias. Gracias.

lunes, 5 de mayo de 2014

¡Que no decaiga la Feria!

Esta noche comienza oficialmente la Feria de Abril de Sevilla, un acontecimiento de tanta entidad que ni siquiera hace falta que se celebre en el mes que le da nombre. El calendario es un condicionante menor, mera excusa para levantar una ciudad de lonas y farolillos en medio de una explanada vacía, sin urbanizar, para que la vanidad y las máscaras se exhiban desinhibidas por el Real, sin hipocresías que disimulen las diferencias sociales. Todos aprovechan para disfrutar de una semana que nadie se atreve a incluir entre los despilfarros que deberían ser reconducidos por la austeridad y los desdichados recortes, gastos en fastos y derroches para que el carnaval de volantes y caballerizas nos ayude olvidar por unos días la pobreza que no alcanza al interior de las casetas. La mayoría de quienes la visitan recorre el recinto empujada por una multitud de personas que contemplan, admiran y envidian a los favorecidos de la sociedad que pueden permitirse el lujo que reservar para los suyos el disfrute privado, custodiados por guardas de seguridad, de auténticos pero fugaces salones, espléndidamente embellecidos con flores, espejos y muebles de noble madera, en los que ni la música, el baile, la comida o las bebidas escasearán para sus privilegiados propietarios y familiares. Una luz que nos atrapa con su fulgor y nos ensordece con el ruido de las sevillanas para hacernos a todos partícipes de la tópica alegría andaluza que, de paso, sirve para rescatar momentáneamente del paro a unos pocos trabajadores al servicio de la fiesta. ¡Que no decaiga!

Cansado y tranquilo

Tenía un hablar cansino pero con esa suave tranquilidad que calma a quien lo escucha. Su cansancio era físico, de los músculos que debían articular las palabras, no anímico ni del pensamiento o las reflexiones que expresaba con ellas. Su voz era pausada, ligeramente temblorosa, y susurrante, con esa delicadeza humilde que no pretende molestar, sino responder con sinceridad en una conversación. Lo que decía estaba  impregnado de la honestidad de quien atesora muchas derrotas y un único triunfo: ver amanecer otro día que, sin embargo, lo va dejando cada vez más arrinconado en su propia soledad. Una soledad cargada de cansancio y recuerdos. Por eso le gustaba tanto platicar sobre sus trabajos y sus fatigas, pero también de las alegrías que la fortuna le había deparado en contadas ocasiones. Y de sus tías, a las que había cuidado hasta que fueron falleciendo, una detrás de otra, en sus respectivas habitaciones de la casa que compartían, y de la asistenta que ahora se encargaba de cuidarlo a él. También se refería con frecuencia a unos hijos que vivían sus vidas por su cuenta y de unos nietos que de vez en cuando le propinaban la sorpresa de una visita. Hablaba del reparto anticipado de los bienes para que nunca malogren unas relaciones por herencias que jamás satisfacen a todos. Y hasta hablaba de los médicos, a los que irónicamente les advertía, después de que aconsejaran un nuevo análisis, que: “de tanto buscar, acabaréis encontrando algo…”. Sabía que, a su edad, nada podía estar en condiciones, como cuando se es joven. Lejos de perturbarse, la consciencia de una edad provecta hacía que la tranquilidad brillara en su mirada e impregnara cada palabra con la confianza de quien vive un tiempo de descuento que estima incluso inmerecido, pero que agradece con resignada paciencia tras cada recaída. Por eso, cuando encontré su esquela en un periódico, supe que se había marchado con esa humildad que le caracterizaba. Era un abuelito muy cansado con el que daba gusto hablar.

domingo, 4 de mayo de 2014

El milagro de un hijo

Ahí tienen, en la generosidad de su volumen, el tamaño exacto de un milagro, la dimensión real del tiempo, la respuesta a todos los interrogantes y la interpelación que da lugar a todas las filosofías y religiones. Es la redondez hermosa de un cuerpo que está preparado para perpetuar la especie y es la ternura con la que unas minúsculas zapatillas, alegres como el hogar que lo aguarda, simbolizan la esperanza de un hijo. No es sólo la dimensión grisácea de un hecho fisiológico, común a todos los seres vivos, sino el contraste colorista de significados que simboliza ese calzado inútil para andar, pero que expresa la sensibilidad que brota de una inteligencia que es consciente de sí misma y del futuro, capaz de anticipar proyectos. Ahí tienen, en su voluminosa redondez, el embarazo de una hija que está presta a ser madre con el regocijo exacto de un ser racional, lo más parecido a un milagro.  

sábado, 3 de mayo de 2014

La problemática agenda de los “ex”


En España existe un problema con la agenda de aquellos líderes que abandonan la política activa después de detentar puestos de gran responsabilidad. Un problema que tiene dos vertientes, a cual más compleja, aunque ambas desvelan la personalidad de unos políticos que guardan motivaciones menos prosaicas que la del servicio público y el interés general de los ciudadanos del que presumen.

Por un lado, estos personajes están tan encumbrados en su egolatría que se consideran seres excepcionales incluso cuando dejan el puesto para el que fueron elegidos. No saben dar el paso atrás para que sean otros los que tomen las riendas de las funciones que desempeñaron con más o menos merecimiento. Siguen considerándose unos “gurús” que deben ser idolatrados por sus sucesores y a los que hay que tener en cuenta, reservándoles un lugar preferente, cada vez que su partido se presenta ante los ciudadanos, como en campaña electoral. En caso contrario, exteriorizan su malestar y hasta hacen público su disgusto con desplantes y críticas a los dirigentes que les ignoran. Se sienten desplazados y desaprovechados.

Algo parecido es lo que acaba de suceder con José Mª Aznar, expresidente del Gobierno y presidente ahora de una fundación política desde la que elabora ideas y consignas que pretende guíen a los compañeros que le sucedieron en el Poder y dirigen el partido en el que militan. Estos “ex” exhiben un brillo para iluminar cualquier asunto que su fulgor volatiza la escasa humildad que pudieran albergar. Felipe González describió gráficamente la sensación que invade a estos “jubilados” una vez apeados de la poltrona: son como los jarrones chinos, adornos muy valiosos, pero que no se sabe dónde colocarlos. Estorban.

No tienen toda la culpa. Su situación es consecuencia de la poca experiencia democrática acumulada en este país, muy poco acostumbrado al relevo natural de los cargos electos, en conformidad con las preferencias de la voluntad popular expresada en las urnas. Nuestra joven democracia sólo ha conocido, desde el año 1977, hace ya 37 años, a seis presidentes de Gobierno, de los que cuatro continúan escribiendo libros y ofreciendo consejos a quien se preste escucharlos. No reúnen un legado que oficialmente pueda ser conservado para futuras consultas históricas y políticas en la Biblioteca del Congreso ni en ninguna parte, ni una actividad pasiva, más o menos diplomática, que puedan desempeñar sin desentonar ni obstaculizar. Simplemente, son nombrados miembros del Consejo de Estado, órgano consultivo donde se aburren soberanamente. ¿Qué hacer con esa vitalidad política que les desborda, con esa información de que disponen, con una agenda repleta de contactos? De ahí surge la segunda vertiente del problema, no porque la pensión de “ex” sea pequeña, sino porque pueden y tienen posibilidades muy tentadoras de ganar más, muchísimo más que cuando fueron simplemente políticos en activo.

Ninguno de nuestros expresidentes ha vuelto, tras dejar el cargo, a su antigua profesión. Felipe González es abogado; José Mª Aznar, abogado e inspector de Hacienda; José Luis Rodríguez Zapatero, abogado y profesor de Derecho, y el actual inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy, también abogado y Registrador de la Propiedad. Salvo este último, aún en la política, ningún expresidente –ni de los vivos ni entre los fallecidos- regresó a sus viejas ocupaciones, sino que tras un prudente período más o menos largo, desembocaron en empresas privadas como asesores o consejeros magníficamente recompensados económicamente. No ejercen sus profesiones ni recuperan sus antiguos puestos de trabajo como profesores, inspectores, funcionarios o en bufetes de abogados, sino que recalan en el sector privado empresarial. Son disputados no por la brillantez de su formación académica ni la originalidad de sus ideas o pensamiento, sino por sus agendas y las relaciones que aún conservan en el Gobierno y las instituciones, donde dejan muchos de sus subordinados y permanecen dirigentes designados por ellos.
 
Así, González es contratado por Gas Natural, Aznar se pluriemplea en Endesa y el conglomerado mediático de Murdoch, y Zapatero se dedica, de momento, a explicar el giro copernicano que imprimió a su política económica a través de libros y paseos por los platós de televisión. Otros personajes de segundo nivel también sacan réditos en la privada a su experiencia política, como Elena Salgado en Endesa Chile, Eduardo Zaplana en Telefónica, Rodrigo Rato en Bankia, Santander, etc. Como puede apreciarse con estos ejemplos, la tendencia a cruzar la “puerta giratoria” que comunica el poder político con el poder económico es una norma que respetan por igual todos los partidos políticos, sin distinción del color ideológico, y práctica común en otras latitudes, donde gozan de plazos de incompatibilidad variables.

Todo ello no supondría ningún problema si obedeciera simplemente a la tendencia de los “ex” a seguir mandando e impartiendo órdenes o a la pura avaricia por enriquecerse ahora que se lo ponen tan fácil. El problema surge cuando las empresas que los adulan con contratos millonarios no buscan sólo que en sus consejos de administración figuren personalidades que fueron importantes en los gobiernos, cualquier gobierno. Sino que la mayoría de tales empresas son dependientes de la Administración o gran parte de sus beneficios proceden de tarifas o mercados regulados por el poder político, donde sus intereses pueden ser defendidos con mayor eficacia por quienes aún mantienen influencias en el mismo, ya que formaron parte de él cuando gobernaron. De ahí que sean nombrados consejeros sin representar ninguna cuota del capital de los inversores en esas empresas. Un problema peliagudo en el que confluyen ambiciones privadas con el interés general de la población, y que afecta a la calidad de nuestro sistema democrático y la confianza que despierta entre los ciudadanos, quienes perciben ese trasvase de un sector a otro como privilegiadas recompensas interesadas.

Hay un grave problema de agenda con los “ex” en España, tanto en lo que atañe a su “continuidad” en la política como a su devenir laboral individual. La cuestión ética deben resolverla cada uno de ellos según sus convicciones, pero la normativa debería regularla con mayor precisión el propio poder político, restringiendo considerablemente las incompatibilidades, por un plazo al menos de ocho años (dos legislaturas), para toda actividad privada que suponga enfrentamientos de intereses con la Administración, en cualquiera de sus niveles. Y, desde luego, habría que ofrecerles a nuestros “ex” un lugar en la política donde puedan volcar sus opiniones de los asuntos mundanos, con horario y sesiones públicas, y donde los ciudadanos dispongan la posibilidad de cotejar sus papeles y controlar sus agendas . Vamos: una especie de asamblea de “sabios” donde puedan contar sus batallitas y evitar tentaciones sumamente lucrativas…

jueves, 1 de mayo de 2014

Hoy es un buen día


Hoy es un buen día para continuar, para seguir avanzando hacia donde te lleven tus fuerzas e ilusiones, para cumplir tus sueños y colmar tus ambiciones, para evitar el desencanto y la derrota, para huir de la melancolía y el pesimismo. Hoy es un buen día para ese mañana que se persigue y se adivina cercano, para explorar lo que todavía te atrae y deshacerse de lo que te estorba y retiene. Hoy es un buen día para iniciar el futuro, para dejar atrás el ayer e inaugurar un tiempo nuevo y luminoso, pleno de posibilidades y estímulos, capaces de despertar olvidadas sensaciones y renovados proyectos. Hoy es un buen día para hacer lo que quieras, es cuestión de aprovecharlo.

miércoles, 30 de abril de 2014

Púrpura

Diseña prendas deportivas, es joven, divorciada y con un hijo. En su rostro se dibuja una belleza que es capaz todavía de vencer los infortunios del tiempo y de la suerte. Le gusta vestir las camisetas que llevan grabada la marca comercial de su empresa y rechaza los pijamas que anulan la identidad de los pacientes. No para de recibir llamadas y mensajes por el móvil y sigue en contacto con su empresa a través de un mini-ordenador desde la cama blanca de una habitación impersonal del hospital donde está ingresada. Le ha mordido una enfermedad de cuya gravedad no parece ser muy consciente hasta que se le escapan algunas lágrimas en un instante fugaz de debilidad. Pero no sufre por lo que padece, sino porque quien ocupa su corazón no manifiesta tanta devoción como lo que envenena su sangre. Se siente, a pesar de tantas visitas y de la incesante actividad del teléfono, sola. Sola con su maldita enfermedad.